A lo largo de su recorrido, Carolina Monroy ha encontrado guía y apoyo en personas claves que la han ayudado a tomar decisiones significativas. Convencida de que su trayectoria es moldeada por aquellos que la rodean, se embarcó en el mundo de la industria financiera tras una recomendación valiosa. 

 

Así comenzó su viaje de aprendizaje sobre cómo funciona el dinero en su nuevo país, cambiando su enfoque de trabajar por dinero a entender cómo el dinero puede trabajar para ella. En esta exploración, descubrió una necesidad profunda en la comunidad: la educación financiera, comenzando por la gestión de sus propias finanzas.

 

Esta transformación la llevó a empoderar a otros en su camino, compartiendo sus conocimientos para liberar a las personas de las deudas y enseñándoles cómo proteger sus activos y alcanzar metas financieras. 

 

Su pasión por la educación financiera se ha convertido en su profesión, y su dedicación es impulsada por el deseo sincero de impactar vidas y romper los ciclos de pobreza generacional que limitan a la comunidad a vivir en riqueza y prosperidad. 

 

Para esta profesional y para todos aquellos que emigraron en busca de un futuro mejor, la búsqueda de la felicidad está intrínsecamente ligada a empoderar a otros y construir un camino hacia la prosperidad financiera.

 

 

Comenzando por mis primeros pasos en este país, en la búsqueda de construir mi crédito, me vi envuelta en una serie de deudas innecesarias que se podían evitar simplemente recibiendo asesoría de personas especializadas en el tema. 

 

He descubierto que todos los errores financieros de la comunidad son por falta de información especializada.

 

La búsqueda de un mejor futuro para ti y las generaciones venideras es un motor poderoso. ¿Qué valores y enseñanzas has transmitido a tu hija adolescente mientras navegan juntas por este camino de oportunidades? 

 

Destaco que llegamos hace 10 años a este país. Fue un camino muy fuerte, ya que en Colombia mi hija estaba criada como una niña que pensaba terminar su bachillerato ese año e ir a la universidad inmediatamente, pero la vida le cambio drásticamente al vivir conmigo aquí, solas. 

 

Yo trabajaba de domingo a domingo y no tenía tiempo para ella: la primera enseñanza para mi hija fue aprender a valerse por sí misma y trabajar por sus deseos, hoy en día estoy muy orgullosa de ella, ha trabajado fuerte por lo que tiene y ha conformado una familia de bien, es una gran madre, esposa e hija. Lo cual me demuestra que todos los sacrificios iniciales valieron la pena.

 

 

Mi primer paso fue como clienta, tome mi seguro de vida tan pronto me lo ofrecieron, esto me dio una tranquilidad increíble al saber que el día que muera, le estoy dejando una

herencia, jamás me reemplazará, pero es un legado. Al preguntarle a las personas que

conocía si tenían un seguro, me di cuenta que raramente alguien lo tenía y que no le veían la importancia, más bien lo ven como un gasto. 

 

Identifiqué también que es un tema cultural, porque los americanos lo tienen como costumbre proteger todos sus bienes y planearse financieramente, desde que nacen les abren cuentas de inversión, y cuando mueren sus patrimonios crecen de generación en generación. 

 

El inmigrante trabaja muy fuerte y entre más tiene má gasta, y somos máquinas para hacer dinero, el asunto es retenerlo y saberlo invertir. Pero es triste ver en las redes los Gofundme para los entierros o en los supermercados alcancías pidiendo limosna por la misma situación (entierros). Aprender a vivir con lo que se gana y administrarse inteligentemente es la solución. Todo eso se logra con planificación financiera.

 

 

Mi gratificación más grande fue durante la pandemia, cuando las personas que estaban organizadas financieramente tuvieron menos estrés que las que no, por tener sus fondos de emergencia y sus seguros de vida al día. 

 

La pandemia nos dejó muchas enseñanzas, dentro de ellas que las personas que no le veían la importancia al seguro ahora es una necesidad.

 

 

Claro que sí, mis coach y amigos Carlos y Mónica León, ejemplo de disciplina, persistencia y decisión. Y sobre todo mi máximo motor que me impulsa siempre a salir adelante, mi adorada hija y ahora su familia, mi nieto, yerno y el bebé en camino.

 

Totalmente convencida que la única manera es a través de la educación, primero a los padres, para que aprendan a administrarse financieramente, y creando un hábito esto se comparta generacionalmente.

 

 

El primer paso es desear tener un cambio, segundo super importante, que le guste ayudar a otros, porque este camino es de mucha siembra. Si lo crees lo creas, todos lo podemos lograr.

 

 

Otro de los legados de la pandemia, hoy en día no tenemos que ir a la casa de los clientes, podemos hacer asesorías online, proteger personas a distancia en los 50 estados y utilizamos las redes sociales para dar información de valor a la comunidad.

 

 

La búsqueda del equilibrio siempre es constante, y analizo que mientras más invierto en

mí, más atraigo lo que deseo.

 

 

Me dirijo específicamente al inmigrante como yo: emprendieron un viaje sin regreso, con una maleta llena de sueños dejando atrás familia, amigos, etc. Que esa decisión no la olviden por que vinieron a triunfar y a ser felices, no solamente a trabajar por dinero, que no se olviden de vivir y seguir soñando, pero que tomen acción hoy para lograr lo que se propongan, el mundo es enorme como para vivir presos de nuestras propias limitaciones.