Quien no arriesga, no gana: el caso de Lía Protto y su marca Tentroya
Tentroya comenzó con una inversión de US$3.000, haciendo indumentaria de cuero y después fueron sumando accesorios y carteras. Hoy están en una venta que ronda los 100 productos mensuales y una facturación promedio de 3 millones de pesos por mes.
Lía Protto es una emprendedora argentina que ha logrado tener éxito en el mundo del diseño de indumentaria. Su marca Tentroya ofrece diseños únicos y coloridos que han sido muy bien recibidos en el mercado estadounidense, estableciéndose como una marca reconocida en Miami.
Lía Protto es una emprendedora argentina que ha logrado tener éxito en el mundo del diseño de indumentaria. Su marca Tentroya ofrece diseños únicos y coloridos que han sido muy bien recibidos en el mercado estadounidense, estableciéndose como una marca reconocida en Miami.
En 2007 y siendo abogada, Lía Protto trabajaba en el microcentro con tareas vinculadas a seguros y ART que no le generaban ningún desafío. Entre respuesta y respuesta a las diversas demandas que le llegaban, comenzó a elegir aquellas causas que requerían de la creatividad para solucionarlas o investigarlas.
Ello, sumado a que siempre le gustó el diseño de indumentaria —pero debió estudiar una carrera con salida laboral concreta—, derivó en una decisión clave: a sus 26 años comenzó a hacer un curso en la Escuela Argentina de Moda y se lanzó al mundo de las telas. En poco tiempo, ya estaba diseñando chaquetas de cuero, billeteras y carteras para su marca Tentroya, fundada en 2008.
“Siempre hubo en mí una parte muy vinculada a la creatividad y al diseño. Antes de Tentroya también tuve un emprendimiento con una amiga que estaba vinculado a la pintura sobre tela. Estampábamos remeras con plastisol y sublimados”, detalla Lía.
Además, sobre Tentroya —cuyos diseños hoy son reconocidos a nivel nacioanl e internacional— Lía subraya que antes de la pandemia tenía dos locales en el centro de la Ciudad de Buenos Aires. “Contábamos también con venta online, pero con la llegada de la pandemia tuve que cerrar el único local que nos quedaba en Galerías Pacífico. Fueron tiempos de mucho miedo porque creí que iba a tener que cerrar la empresa”, recuerda la emprendedora.
No obstante, afirma que sorpresivamente las ventas de la marca crecieron de manera exponencial: “La facturación superó las expectativas. Nos ayudó mucho poder llegar con el e-commerce a todo el interior del país. También los derechos del consumidor implementados para este tipo de ventas, que generaron mucha confianza en quienes no estaban habituados a esta modalidad de compra”, apunta Lía. Y añade: “La clave del éxito estuvo en la tenacidad del equipo y en la readaptación que transitamos en todo este corto plazo. Es algo que caracteriza a todo emprendedor argentino”.
El comienzo del emprendimiento
Lía comenzó su camino en el mundo del diseño de indumentaria buscando proveedores y recorriendo la calle Boedo en busca de materiales de confección. Sin embargo, se encontró con la falta de profesionalización de la actividad. Lía recuerda que recorría talleres buscando alguien que quisiera hacer algo distinto, pero la mayoría de los modelistas se negaban a hacer algo diferente de lo que se hacía habitualmente. Ella insistía para que lo hicieran, tratando de contagiarlos de su visión, pero mucha gente elegía seguir haciendo bolsos básicos porque económicamente les convenía más.
Luego, al momento de fabricar los productos, Lía se enfrentaba a la frustración de recibir productos mal hechos, mal cosidos, manchados y con los materiales arruinados después de haber esperado por ellos durante dos meses. Ahora Lía lo toma como parte del proceso, pero las primeras veces era tremendo. Una cartera que había imaginado 6 meses atrás, para la cual había comprado los materiales y conseguido el taller, llegaba destruida y no tenía solución.
Lía también se refiere a las dificultades que enfrentó al momento de conseguir insumos cuando se cerraron las importaciones. Los insumos no se conseguían y eso perjudicaba a todos. Nunca podían competir con marcas internacionales porque no tenían los insumos. Había un herraje que ella usaba y que lo compraba en China porque Argentina no se conseguía. Lo quiso fabricar, pero no pudo porque no tenían la máquina y no querían invertir en eso por miedo.
No obstante estos temas, Lía plantea que Argentina es increíble y puede crecer con su industria. "Tenemos muy buenas ideas y buena gente, pero necesitamos contar con un plan que ayude a que esto ocurra. Si queremos competir con marcas en serio, tenemos que tener con qué", afirma. Lía enumera algunas cosas que podrían ayudar a crecer las fábricas, como facilidades para contratar, acceso al crédito y acceso a los insumos.
Sobre cómo ha ido evolucionando el negocio, Lía dice que fue en sintonía con su propia evolución como emprendedora. Arrancaron vendiendo a conocidos y amigos de amigos. Cuando empezaron a crecer, incursionaron en el mundo del marketing, prensa y branding, y la marca fue creciendo poco a poco. A la gente le iba gustando y llegaron a tener dos locales, uno en Posadas y Rodriguez Peña y el otro en Galerías Pacífico.
Tentroya ofrece una alternativa distinta
Los diseños de Trentoya se caracterizan por ser coloridos, más allá de las temporadas. Sostiene Lía que “nos renovamos para que el cliente siempre encuentre alternativas nuevas con exquisitos diseño y excelente calidad. Hoy, llegan a todo el país y los Estados Unidos para seguir creciendo cada vez más”.
Lía analiza la actualidad del rubro en la Argentina: el hecho de que no haya un plan sostenido para el crecimiento de la industria hace que sea muy informal. Muchas veces los talleres constan de 2 personas que son familiares y trabajan en el fondo de su casa con una pequeña máquina que pudieron comprar. No apuestan a crecer porque ya tuvieron una mala experiencia, entonces en lugar de trabajar con 2 o 3 talleres tienes que buscar 20 para poder sacar una producción o armar un equipo propio.
Por otro lado, los cueros que se exportan son los de primera calidad y los que quedan aquí son los rechazos de exportación, por lo que parten desde atrás con respecto a marcas internacionales. Y lo mismo pasa con los herrajes: aquí te adaptas a lo que hay, no a lo que quieres o a lo que el diseño lleva.
Hacia la expansión
Hacia la expansión
Como próximos pasos, Lía quiere llevar sus productos a otros mercados y seguir creciendo y expandiéndose. Está convencida de que el canal online es el camino a seguir y que invertir en él para que sea cada día una mejor experiencia para el cliente y el usuario es la forma de llegar a más personas. "Con un local llegas a la gente de la zona, mientras que teniendo una tienda online llegas a todos los rincones del país", señala.
Si volviera el tiempo atrás, Lía tal vez apostaría muchos más recursos al canal online. Cree que no tiene techo y que las posibilidades que ofrece son infinitas. No dejaría de tener local, pero siempre apostando fuerte al crecimiento online. Por otro lado, armaría más equipo. "A veces uno cree que puede hacer todo solo y muchas veces se termina agobiando. Siempre las cosas que se hacen en equipo terminan siendo mejor", expresa.
En términos de balance, Lía dice que el aprendizaje que les dejaron estos últimos 2 años es la posibilidad de reinventarse. "Cuando algo pasa que te sorprende y te saca de tu zona de confort, tener la capacidad y la disposición para adaptarte es muy importante", y cree que eso en la Pyme es mucho más sencillo que en una empresa grande.