¿Fondo de pensiones o fondo de emergencia?
Desde mediados del año pasado mucho se ha conversado y escrito en nuestro país sobre el posible uso de los recursos acumulados en los fondos de pensiones para enfrentar la crisis económica generada a raíz de la pandemia del COVID-19, los cuales actualmente ascienden a RD$938,725.3 millones.
Destacados economistas y analistas financieros han expuesto sus razones, bien fundamentadas y explicadas, de porque no están de acuerdo con esta propuesta. El Sr. Héctor Valdez Albizu, Gobernador del Banco Central, también pronunció su oposición a esto, expresando que “Estaríamos como nación propiciando convertir una crisis sanitaria de carácter transitorio en una crisis económica y financiera más permanente que requeriría años revertir”.
Otra línea de pensamiento que ha surgido es la de volver al sistema de reparto. Si bien es cierto que el sistema de capitalización individual tiene sus oportunidades, regresar al sistema de reparto sería un error nefasto.
Entendiendo que existen estas oportunidades en el sistema de capitalización individual, la Asociación Dominicana de Administradoras de Fondos de Pensiones (ADAFP), el gremio que agrupa las AFPs dominicanas, proactivamente presentó 25 propuestas que incluyen cambios de ley y normativas, con estas propuestas buscan que el promedio de tasa de reemplazo, que actualmente se estima en 30%, suba al 60%, esto con medidas que no implican aumento de tasa de aporte.
Personalmente, comparto las opiniones de no tocar los fondos acumulados y que debemos permanecer en el sistema de capitalización individual y quisiera contribuir a esta conversación puntualizando que el uso de estos fondos no soluciona de raíz los problemas que limitan la capacidad de nuestro Estado y de sus ciudadanos de hacer frente a situaciones de crisis económicas, como son el alto grado de informalidad, la evasión fiscal, la educación y el uso indebido de los recursos del Estado, por citar algunos.
De los problemas mencionados, del que menos se ha debatido es sobre la educación y, en mi opinión como analista, si bien por si sola la educación no remedia toda la situación, contribuye a estar más cerca de alcanzar soluciones.
Son pocos los dominicanos que entienden y aplican refranes como “arrópate hasta donde la sabana te dé” o “guarda pan para mayo” y esto se debe en gran medida a que, desde pequeños nos educamos en ciencias, artes y otras asignaturas de mucha importancia, pero nadie nos enseña cómo gestionar y ser responsables con el dinero.
Abogo por que en nuestro país, en todos los centros de educación públicos y privados, se establezca un programa de educación financiera desde el nivel básico, en el cual nuestros hijos aprendan desde temprana edad cosas tan importantes desde cómo hacer un presupuesto personal hasta cómo funciona el sistema financiero de nuestro país. Esta es una medida que ya están tomando otros países, en Ontario, Canadá, por ejemplo, están “intentando preparar a sus niños y jóvenes para la vida” y aprobaron un programa educativo que incluye la enseñanza de finanzas personales desde el primer grado.
Sólo con educación financiera seremos capaces de tener un manejo adecuado de nuestras finanzas personales y de distinguir entre un fondo de pensiones y un fondo de emergencias y así, poder comprender la necesidad de contar con ambos y de hacer uso oportuno de estos.
Aún estamos a tiempo de educar a las generaciones mayores, pero si queremos que nuestro país continúe creciendo y que estemos en mejores condiciones cuando se presenten las próximas crisis económicas, la educación financiera debe llegar tan pronto como sea posible a las escuelas dominicanas.