Barahona y Pedernales: Las joyas del sur

República Dominicana lo tiene todo

 

Barahona y Pedernales: Las joyas del sur

 

Dos provincias  que regalan su belleza atípica al resto del país, lugares hermosos donde predominan el marrón intenso que identifica la tierra, la frescura del verde que reviste sus bosques escondidos, y un azul celeste que engalana la vista del visitante a lo largo de sus carreteras, dos joyas preciosas que llenan de orgullo a los dominicanos.

 

Barahona y Pedernales siempre han estado unidas, se encuentran hermanadas por la geografía y la igualdad de oportunidades, por sus métodos de producción agrícola, su avance cultural, la fuerza de trabajo de su gente, y la esperanza de desarrollo en turismo sostenible y ecoturismo, bendecidas además, con un gran potencial natural que enamora a quienes las conocen, un verdadero amor a primera vista.

Barahona

La ciudad de Barahona está ubicada a orillas del Mar Caribe, a 170 kilómetros de Santo Domingo, posee una exuberante vegetación y unas condiciones geográficas que conjugan ríos y playas. La mayor parte de sus zonas costeras son aún vírgenes, rodeadas por montañas y reciben los afluentes de numerosos ríos. 

La economía depende principalmente de los renglones de minería, economía y turismo, con un puerto industrial y una zona libre dedicada a la minería.

Sus playas atraen a mucha gente: Saladilla, San Rafael, los Patos y los Quemaítos. Otros centros turísticos son las Lagunas de Monción y de Cabral, y el Polo Magnético
 

Pedernales

 

La provincia más joven de la frontera y del país, por donde empieza o termina la isla, según se analice, es una de las más prometedoras del suroeste, porque sus recursos endémicos y sus posibilidades eco turísticas se vislumbran como fuente de desarrollo.

 

Fue declarado oficialmente municipio para el desarrollo del turismo sostenible, porque toda la provincia es reserva de biosfera y el 75% de su territorio es área protegida, al estar enmarcada entre el Parque Jaragua, Sierra de Bahoruco y próxima al Lago Enriquillo, también se suma su importante reserva biológica, una de las más grandes del Caribe.

 

Para completar la magia cuenta con un importante inventario de cavernas, muchas de ellas con evidencias de arte rupestre, entre las más sobresalientes están La Altagracia, Trou Nicolás, La Colmena, Las Caritas, La Colonia y otras en Hoyo de Pelempito.

 

Finalmente, vale la pena destacar que la comercialización entre haitianos y dominicanos ha sido una realidad histórica, sobre todo en comunidades fronterizas como Pedernales, por eso actualmente, lo que comenzó hace años como un comercio informal se ha convertido en generador de ingresos y en una de las actividades económicas fundamentales para nacionales y haitianos.

 

¡Dos provincias hermanas repletas de riquezas naturales que demuestran una vez más que República Dominicana lo tiene todo!

 

Venciendo al COVID-19